SONABA UN VIOLÍN.
No se desde que lejanía me llega su música
pero oigo un violín que canta llorando,
llorando con arpegios que son divinos
y que me llegan como si fueran volando
sobre alas de mariposas, que en sus vuelos,
sus colores con la música van mezclando,
para llegar hasta mi, en una sinfonía
de música y colores sincopados.
¡Era tan colorista la tarde que, hasta el
cielo, en su alegría, se vistió de encarnado.
Enrique DE QUIRÓS. FotoPropia
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