EN EL RINCÓN DE LA VIDA.
(Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos)
F. Garcia Lorca.
No eran peces, ni estaban sorprendidos,
eran tus muslos, abiertos a mis caricias,
que querían abarcarlo todo y beberte
sorbo a sorbo, hiriendo sin heridas.
Tu cuerpo era como un campo verde
con todo el esplendor de sus espigas
y mis manos, ebrias de tu desnudez,
igual que una procesión de hormigas
recorrían tus carnes enfebrecidas,
a la búsqueda de ese rincón
en el que el amor nace a la vida...
¡No hicieron falta las luces
nuestra pasión estaba encendida
Enrique DE QUIRÓS. FOTO PROPIA
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