CASCADAS.
No es que los ríos estén llorando
cuando sus espumas riegan las montañas
lo que están es contagiando sus risas
a sus áridas laderas angostadas.
Las montañas "vuelan" hacía arriba
y raramente les llega el agua,
a no ser que las lluvias, cuando les peta,
acudan a remojarlas...
Por eso los ríos, filtrándose entre sus rocas,
se van diluyendo en cascadas
dejando caer su alegría, en forma de espuma,
por las laderas resecas de las montañas.
Enrique DE QUIRÓS. FOTO PROPIA
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