EL ADIÓS DE CADA DÍA
Cada vez que le digo adiós
se me abren, en tiras, las carnes,
creo que así se dice, cuando el dolor,
es un dolor, grande, muy grande.
Ya tenía que estar acostumbrado,
pues lo hago mañana y tarde,
pero no tiene nada que ver la costumbre
cuando el corazón en dolor se deshace.
Me duelen los años con ella vividos
y los sueños que sembramos en el aire,
que nos dieron una prolongación
de hasta tres veces, de la sangre...
fueron muchos años y muy felices
y el decirte adiós es triste y lacerante.
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