INQUIETUDES.
Allá, en aquella loma, está el río
y un poco más arriba está la montaña;
en el uno y también en la otra
voy sembrando, una a una, mis palabras.
Quiero verlas crecer y volar,
igual que si tuvieran alas,
despertando a los que duermen
y fustigando a quienes no hablan.
... No me gustan los seres dormidos
ni sus mentes anestesiadas;
quiero que el dinamismo se imponga
proyectando una sombra alargada,
que se bañe en las aguas del río
y se haga luz y voz en lo más alto de la montaña.
No quiero a los seres dormidos
ni me gustan sus mortecinas almas.
Allá, en aquella loma, está el río
y un poco más arriba está la montaña;
en el uno y también en la otra
voy sembrando, una a una, mis palabras.
Quiero verlas crecer y volar,
igual que si tuvieran alas,
despertando a los que duermen
y fustigando a quienes no hablan.
... No me gustan los seres dormidos
ni sus mentes anestesiadas;
quiero que el dinamismo se imponga
proyectando una sombra alargada,
que se bañe en las aguas del río
y se haga luz y voz en lo más alto de la montaña.
No quiero a los seres dormidos
ni me gustan sus mortecinas almas.
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