EN EL RINCÓN DE LA VIDA.
(Sus muslos se me escapaba
como peces sorprendidos...)
Garcia Lorca.
Ni eran peces, ni estaban sorprendidos


que querían abarcarte toda y beberte,
sorbo a sorbo, hiriendo sin heridas...
Tu cuerpo era como un campo verde
con todo el esplendor de sus espigas
y mis manos, ebrias de tu desnudez,
igual que una procesión de hormigas,
rompiendo todas las fronteras
recorrían tus carnes enfebrecidas
a la búsqueda de ese rincón
en el que el amor nace a la vida...
¡No hicieron falta las luces
nuestra pasión estaba encendida!

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